16 de octubre de 2012

Y  cuando eres azul, me gusta. Como el rojo, que también me gusta.
De pequeña solo me gustaban el rojo y el azul. Tú no me gustabas de pequeña, claro, porque no te conocía.
Pero si te hubiera conocido antes, me hubiera gustado la forma en la que haces la cama o la forma en la que cortas los tomatitos para la ensalada y les echas queso, también. O como estornudas.
¿Sabes? Siempre nos ha hecho gracia a mi hermano y a mi como estornuda nuestra tía Veri, y su diente que está mal colocado nos gusta también.
Tus dientes tampoco están perfectos. Pero a mi me parecen unos dientes preciosos. Porque sonríen, y muchas veces me sonríen a mi.
Hoy sonrieron mucho tus dientes, porque nos vimos por la tarde y nos hicimos cosquillas.
Cosquillas debajo de los brazos y en los pies, donde tienes muchas cosquillas aunque tú digas que no.
Y nos hicimos muchas cosquillas porque de alguna forma queríamos ser libres.
Cuando la gente es libre se puede reír. Se puede reír y puede llorar y puede hacer cosquillas, porque es libre.
Y nosotros nos hicimos cosquillas toda la tarde, y nos abrazamos mucho, hasta que nos dimos cuenta de que estábamos en la habitación abrazándonos y sentimos que somos.
Y cerraste los ojos. Y empecé a darte besos por la espalda.
Besos de futuro.